La mejor versión de mí

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Escena 1: Los niños en clase, Mila sentada y Paúl jugando de un lado para otro.

 

Marco: ¡Hola, Mila! ¿Has hecho todas las tareas?

Mila: Claro que sí. Eran muy fáciles ¿Y tú?

Marco: A mí me falta una por hacer. Paul, ¿tienes las tareas terminadas?

Paul: Paso de hacerlas. Son un verdadero tostón.

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(Se acerca un niño a la mesa de Paul)

Niño 1: ¿Puedo sentarme aquí?

Paul: Lo siento, me gusta estar sólo. Prefiero que te sientes  en otro asiento.

Niño 1: Vale, me iré al final de la clase antes de que llegue la seño.

(Él niño se va y Paul sigue moviéndose en su asiento).

 

(Entra la maestra)

Maestra: ¡Buenos días, niños! ¿Cómo os ha ido el fin de semana?

Todos: ¡Muy bien!

Maestra: Genial, así da gusto empezar. Hoy quiero que hablemos de sentimientos y se los ofrezcamos a Nuestro Padre Dios. Decidme, ¿cómo os  sentís? ¿Cómo está vuestro corazón?

Niño 1:  Muy bien seño, estoy feliz. Ayer fue mi cumple y mis padres me organizaron una fiesta sorpresa.

Niño 2: Yo tengo sueño seño. Me ha costado mucho trabajo levantarme.

Maestra: El sueño no es un sentimiento o una emoción. Es un estado en el que se encuentra el cuerpo por no dormir lo suficiente.

Niña 2: Ah, vale seño. Entonces estoy contenta por ver a mis amigos y jugar con ellos en el recreo.

Maestra: Y tú, Paul, ¿cómo te sientes?

Paul: Bien…

Maestra: ¿Cómo es bien?

Paul: No lo sé, me cuesta trabajo explicar lo que siento.

Maestra: Te voy a ayudar. ¿Te has levantado contento?

Paul: No, seguro que esta semana me vuelven a castigar y no podré jugar con mis amigos.

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Escena 2: Recreo. Aparecen los niños jugando en el patio del recreo y Paul sentado en un banco.

 

Mila: Paul, ¿vienes a jugar con nosotros a la pelota?

Paul: Me encantaría; ya sabes que me gusta correr y saltar. Y sobre todo jugar con la pelota; pero me han castigado otra vez.

Mila: Tranquilo, no pasa nada. A mí lo de jugar a la pelota no se me da muy bien.

Paul: Pues yo nunca puedo jugar, siempre lo estropeo todo.

Mila: No debes ser tan impulsivo. Si piensas lo que vas a hacer y antes pasa por tu corazón, seguro que lo harás todo mucho mejor.

Paul: Es fácil decirlo. Tú eres muy buena alumna y además, siempre sacas buenas notas en todo  y yo en cambio…no soy tan bueno.

Mila: Tú también, ¡eres el mejor!

 

Escena 3: La calle. Paul con unos amigos camina solo y a Mila la acompaña una amiga.

 

Narrador 1: Pasó el tiempo. Paul y Mila volvieron a encontrarse.

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Paul: Vamos a entrenar esta tarde y si seguimos jugando como hasta ahora, seguro que quedaremos los primeros en la liga. ¡Hola, Mila!

Mila: ¡Hola, Paul! No te había reconocido.

Paul: ¿Cómo te va en tu nuevo instituto?

Mila: Bien, pero la verdad es que echo de menos el antiguo colegio.

Paul: Todavía recuerdo los ánimos que me dabas cuando me castigaban.

Mila: Lo hacía con mucho gusto. ¿Qué haces ahora?

Paul: Sigo jugando al fútbol y aún, no he decidido que estudiar. ¿Y tú?

Mila: Toco el piano y tampoco tengo decidido que estudiar.

Paul. Adiós, Mila, me alegro mucho de este encuentro.

Mila: Adiós,Paul, yo también me alegro.

 

Escena 4: En un parque están Paul y su abuela.

 

Paul: ¡Abuela! Ya sé lo que voy a estudiar. ¡Un ciclo de deporte! Seguro que seré un buen futbolista y, te recompensaré por todo lo que has hecho por mí durante todo este tiempo.

Abuela: Seguro que serás el mejor, cariño. Disfrutas con lo que haces y eso te llevará al triunfo. Estoy orgullosa de ti.

(Ambos se abrazan y salen del escenario).

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(Entran en escena Mila y su familia).

Padre de Mila: Mila, seguro que te gustará la medicina, es la mejor profesión. Si yo no lo he conseguido, seguro que tú lo harás.

Madre de Mila: Sé que te gusta tocar el piano, pero es mejor que lo realices en tus ratos libres.

Mila: De acuerdo mamá, así lo haré. (Mila callada y con la cabeza bajada asintiendo).

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Escena 5: Hospital. Se ve a Mila con una bata de médico, un fonendoscopio alrededor del cuello. Tiene un semblante triste. Está en un despacho trabajando con el ordenador.

 

Narrador 1: Y siguió transcurriendo el tiempo, un año, dos años, tres años…. ¡Qué barbaridad y hasta diez años!

Paul estaba jugando en primera, era el capitán y un ejemplo a seguir por todos, cada día se acostaba y levantaba con una sonrisa en la cara.

Mirad, por ahí viene Mila, me marcho a toda pastilla.

 

Mila: ¿Quién querrá que yo toque en su fiesta? ¿De qué me conocerá? ¿Cómo habrá sabido mi número de teléfono? ¡Qué alegría  tengo! (Pasea en silencio).

Mila: Podré cantar todas aquellas canciones que yo quiera y que me haga sentirme bien. ¡Estoy contentísima!

 

(Se abre el telón y aparece una gran fiesta con un gran cartel).

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Escena 6: Cumpleaños Paul.

 

Mila: ¿Cómo? ¿Será Paúl, mi compañero de la infancia?

(Desde el fondo del salón de actos se acercaba alguien y …)

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Paul:-Hola, Mila, ¿sabes por qué estás aquí?

Quiero que cumplas tu sueño igual que yo he cumplido el mío. He querido contratarte para que supieras que se siente cuando uno alcanza su sueño.

Mila: Deja que cantando yo te enseñe, cual es La mejor versión de mí, esa que me sale cuando siento, y dejo de pensar sólo en mí.

Paúl: Tranquila, eres la mejor.

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Narrador 2: Gracias a la perseverancia y a haber dado siempre el cien por cien en todo lo que hacían, los dos estaban viviendo en ese momento su pasión. Paúl porque siempre lo supo y no se dejó abatir por los castigos y críticas que había tenido en su vida. Mila porque, aún sin estar convencida, nunca se rindió y no dejó sólo a ese niñito que no podía controlarse.

 

Siguen siendo amigos, y ahora con sus familias se ven y disfrutan siempre que pueden. A sus hijos les encanta cuando les cuentan la historia, pero sobre todo, les gusta la enseñanza que les deja la vida y la experiencia de sus padres.

 

No hay que ser el mejor ni la mejor en todo, aunque si debemos dar nuestro cien por cien, hay que dejar aconsejarse, sobre todo por las personas que nos quieren, pero siempre siguiendo nuestra pasión -una vocecita que nos habla desde el corazón- eso que nos hace despertarnos y acostarnos con ilusión.

                                                                            

Pero, por encima de todo, no dejar que ningún niño o niña se sienta sólo o incomprendido. Que pase el tiempo y cuando nos encontremos podamos decir, ésta, ésta es la MEJOR VERSIÓN DE MÍ.